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Recuerdo que un año, solo había una palmera en condiciones y ésta, para mi sorpresa, tenía los dátiles colorados, circunstancia que hizo dudar a mi padre el utilizarlos para La Oración, toda vez que no recordaba que en otra ocasión fueran puestos por su padre o tio. Al fin se decidió a colocarlos, lo que llamó poderosamente la atención positivamente, ya que los mismos lucieron espectacularmente en la mañana del Viernes Santo, llamando la atención entre la gente durante todo el recorrido.

la palmera de la oraciónConviene aclarar que, no todas las “uvas” ni todos los dátiles sirven para el arreglo de nuestra palmera. Las primeras deben ser “redondícas”, con “cobollico”, a fin de que al ser puestas en el tronco queden igualadicas. Los segundos deben tener un tamaño regular de aproximadamente 4 cms. de longitud, pero sobre todo, que tengan un buen color que al darles el sol primaveral de la mañana mágica, luzcan y se mezclen en el barroquismo salzillesco.Generalmente se suelen cortar de ocho a diez “uvas”, a pesar de necesitar solamente cuatro, con el fin de poder elegir las mejores a la hora de colocarlas y también para repartirlas entre las personas que acuden a presenciar el arreglo de la palmera de La Oración, en la tarde del Jueves Santo.
En lo que se refiere a las palmas, se suelen cortar sobre catorce o dieciséis para poder elegir de entre ellas las ocho mejores que irán puestas en el tronco. Estas palmas son cortadas de palmeras jóvenes y tiernas, para que su tronco sea fino y terso, teniendo en cuenta que deberán ir colocadas de dos en dos, y también para que las hojas estén tersas y frescas y aguanten dos días cortadas y no se “mustien”.
Como dato curioso, conviene recordar el tronco de la palmera; dicho queda que es todos los años el mismo pero, hay que decir que en el año 1982 se estrenó uno nuevo. El anterior que databa de finales del siglo diecinueve, estaba hecho de madera forrada igualmente con palmito de palmera enana, encajando en el trono directamente en una abertura, también de madera, sujetado con unas cuñas que lo mantenían firme al Trono.

El motivo de construir otro se debió a que, en la procesión del año 1981 se quebró por la base en la Gran Vía Salzíllo (¡Ironías de la vida!) a la altura del extinto Banco Exterior de España. Todavía me estremezco al recordar el accidente. En ese momento me encontraba en la parte de atrás del Paso, cuando de repente, se escuchó un fuerte golpe acompañado por el sonido característico del metal sobre el adoquinado. El susto me impedía elevar la mirada hacia el trono. En el suelo, entre las piernas de los nazarenos, se podían ver dátiles sueltos, la nube y el cáliz en tres trozos. No cabía duda, la palmera se había caído al suelo. “ ¡ Dios mío ! ¡Se han roto las imágenes!”. Esto fue lo primero que vino a la mente. Por fin,  me decidí a mirar arriba. Todo intacto. No hay ninguna imagen dañada. Me dirijo a la tarima derecha, por donde había caído la palmera, en el suelo un nazareno estante un poco aturdido, pues el tronco le había caído encima. Atendido por los compañeros y también por personas espectadores, se recuperó en pocos minutos.Se trataba de Antonio Mora Manzano. Ahora se presentaba un dilema: ¿Qué hacemos con la palmera?. No recuerdo quien apostilló una sugerencia que resultó viable. “—La llevamos a casa Bonache (el de los pasteles de carne)”. Dicho y hecho, a hombros de un estante llamado Cerezo, nos personamos en la pastelería en donde se nos ofreció toda clase de facilidades, haciéndoles depositarios de tan inusual objeto. Después de la Procesión recogimos la misma, no sin antes agradecer una vez mas a Bonache el gran servicio prestado.
Obviamente a partir de Santa Catalina La Oración del Huerto desfiló sin su palmera, que, curiosamente pocas personas echaron en falta. Valga como muestra una anécdota acaecida en la calle de San Nicolás. En una de las paradas, sentados en primera fila se encontraban, entre otros, dos parejas de novios (se deduce por la juventud de los integrantes), uno de los chicos se quedó absorto mirando el Paso, haciendo gestos con la cabeza, algo ocurría, pero no sabia que era. De pronto su pareja le preguntó: “¿Qué estás mirando tan fijamente?”. A lo que lleno de dudas le contestó-- “No sé, no sé. Encuentro raro el Paso” –“Que raro ni que gaitas. Es el mismo de todos los años” Añadió su compañera. Así estaban de enzarzados en su dialogo, cuando se me ocurrió tomar parte en la conversación diciendoles: “Este año llevamos una palmera nueva” Sin dejarme terminar exclamó, “!Claro, eso es, que no está la palmera!-¡Es verdad, tú, no está”. Clara muestra de que, a veces, miramos pero no observamos, los árboles no nos dejan ver el bosque.

cortando las palmasLo ocurrido aquella mañana, no existe la menor duda, fue un autentico milagro. Como todos saben la palmera se coloca en medio de los tres apóstoles, San Pedro, Santiago y San Juan que van recostados durmiendo; pues bien al quebrarse el tronco cayó por un espacio existente entre Santiago y San Juan de solo 40 cms, sin hacer apenas daño en el trono. De haberlo hecho hacía atrás hubiera destrozado al Angel o a Jesús , hacia delante, derecha o izquierda a los apóstoles, menos por donde cayó. Así lo quiso el Nazareno.
Mas tarde, al comprobar las posibles causas que motivaron la rotura del tronco, pudimos observar que se había roto justo por donde señalaba el tope del tubo de hierro en donde se posaba el mismo. Llegando a la conclusión de que, al tratarse de madera , con mas de un siglo de existencia y además carcomida, unido a que esa mañana de Viernes Santo nos cayó un buen chaparrón, lo que propició que se mojara la misma, ablandándola mas aún, ésto unido al roce con el hierro, ocasionó que poco a poco se fuera cortando ayudado también por el propio peso de la palmera, hasta caer por inercia sobre el trono.
Todo ello contribuyó a que, a la hora de hacer otro tronco nuevo, se pensara en la posibilidad de que fuera de hierro, para evitar otro posible accidente como el ocurrido. Lo que se llevó a efecto.

El arreglo de la palmera se venia haciendo, en los años cuarenta, los miércoles santos para evitar coincidir con el arreglo floral de los pasos que se hacían los jueves. Posteriormente se trasladó al jueves, pues al estar dos días cortados los dátiles y las palmas, en la mañana del Viernes estaban un poco mustios.

En el primer local que recuerdo a mi padre efectuar el montaje mencionado, fue en el patio de la casa del sacristán, anexa a la Iglesia de Jesús. En el mismo se encontraba el taller de carpintería de la familia Carrión, que junto a las herramientas propias llamaba la atención un artilugio, especie de máquina extraña con una enorme rueda de piedra dentro de un cajón con patas y una manivela con la que se le daba vueltas a la rueda, igual que si fuera un organillo musical. Ni mas ni menos que se trataba de una muela de afilar o tornear que hoy dia seria una autentica pieza de museo, pero que entonces, en los años cuarenta y a los ojos de un niño se trataba de una máquina infernal. En el mismo patio se encontraban   dos palmeras, que curiosamente, nunca nos dieron los dátiles, una de ellas todavía existe en la parte de atrás del museo. Posteriormente, cuando se empezó a restaurar el edificio, aprovechándonos de la amistad de mi padre con el dueño, trasladamos el arreglo a la posada de las puertas, llamada así porque, aparte de su condición de hospedaje, existía una carpintería especializada en la construcción de puertas, encontrándose en el patio de la misma una gran cantidad de ellas expuestas para su venta. Esta posada se encontraba en donde hoy está ubicada la O.N.C.E, en la plaza San Agustín. Varios años duró el hacerlo en este lugar, hasta que se comenzó a edificar.

Llegado ese momento, nos trasladamos a unos locales propiedad de nuestro buen amigo Alberto Soto, situados detrás de la Iglesia de Jesús y que nos cedió con suma amabilidad a nuestra entera disposición. Años mas tarde, aprovechando los locales propiedad de la Cofradía, situados cerca de los anteriores citados, y también detrás de la Iglesia, continuamos arreglando la palmera unos años, hasta que decidimos hacerlo en la plaza de San Agustín, delante de la Iglesia-Museo, puesto que al comprobar que innumerable público acudía a presenciar la confección, llegamos al acuerdo, previa consulta a la Junta, de efectuarla a la vista de la gente.
Desde ese momento la visita el Jueves Santo se hacia por partida triple: escuchar a las Campanas de Auroros, ver el arreglo de la palmera de La Oración y visitar los pasos de Salzillo, por este orden.

Todo el proceso explicado anteriormente, en realidad, comienza el miércoles con el corte de los dátiles. Sobre las 8´30 de la mañana nos desplazamos al lugar en donde se encuentra la palmera elegida a tal efecto. En los últimos 14 años, diversos destinos has tenido la misma, desde Abanilla, Barinas, El Raal, Santiago y Zaraiche, Puente Tocinos, San Javier y últimamente de una palmera situada en Churra junto a la autovía de Juan de Borbón. Es de justicia destacar que los dueños siempre nos han autorizado a cortarlos gratuitamente, desde el momento que hemos contado para lo que eran. En contrapunto y como agradecimiento, se aprovecha y las palmeras se las limpia y arregla debidamente.  Como dato curioso, cabe destacar que un año nos vimos muy agobiados, dado que no encontrábamos dátiles por ningún sitio. Recurrimos en la búsqueda a desplazarnos a Orihuela, Callosa del Segura y Elche, sin resultado. Inmersos en nuestro grave problema y, comentándolo con algunos de nuestros estantes, de entre ellos en aquel momento se encontraba Carlos Viváncos que, decidido a solucionar el problema, se puso en contacto telefónico con un agente de su empresa sito en Las Palmas de Gran Canaria, rogándole-ordenándole que localizara dátiles y los enviara a Murcia. Dicho y hecho, a los pocos dias nos desplazamos Antonio Mora y el que lo narra al aeropuerto de Alicante a recoger las cuatro “uvas” de dátiles remitidas desde Canarias. Eso nos libró de un grave problema ese año.

Otro detalle curioso fue encontrar una palmera con dátiles colorados, rarísima tal circunstancia en esos meses de marzo y abril. Casualmente y por motivos simple y llanamente de descanso y esparcimiento, el mencionado amigo Mora localizó en el Camping Mar Menor, donde solía pasar los veranos, una palmera que producía varias uvas de dátiles “coloraos”. Aprovechando la amistad existente con el encargado del camping, Paco, le preguntó la posibilidad de poder cortar los mismos con destino al paso de La Oración de Salzillo, a lo que accedió de sumo gusto invitándonos a visitar el lugar cada vez que quisiéramos.
Debo confesar que era una posibilidad que perseguía muchos años y que, debido a la dificultad de encontrar dátiles rojos y mas aún en la época que nos ocupa, casi lo habia descartado por completo. Hasta tal punto es difícil encontrar o ver dátiles de esta condición que, el año que los sacamos en el Paso poca gente creyó que eran auténticos; unos que eran de cera, otros que pintados, etc.  Lo cierto y verdad que puestos en nuestra palmera y formando parte de la escena de Getsemaní, el color sangre de los dátiles junto al cáliz señalaban auténticamente la angustia de Jesús, era como si la palmera sudara también sangre de dolor.

Al dia siguiente, Jueves Santo, mientras que unos estantes se encargan de preparar la convivencia familiar, a la que nosotros llamamos “Las migas”, otros nos dirigimos al palmeral de Santiago y Zaraiche a cortar las palmas, elegidas una a una y tratadas con sumo mimo, una vez conseguidas catorce o dieciséis, nos marchamos todos a compartir las suculentas viandas que otros compañeros se encargaron de preparar. Juntos nazarenos y amigos con nuestras familias, pasamos una mañana entrañable, en donde se van calentando motores, comentando la Procesión del dia siguiente, y desde luego conjurándonos todos a que ese año salga el Paso como nunca. Costumbre que venimos realizando desde hace mas de treinta años.

las palmasPor la tarde, sobre las cinco, nos marchamos hacia Jesús con los dátiles y las palmas a comenzar el montaje de nuestra palmera.
Antes de todo el proceso, dos estantes marchan al almacén de la Cofradía a recoger el tronco que debe ser rociado con agua, con el fin de que el palmito al calarse se limpia y sobre todo se hincha dando la impresión, al cabo de unos instantes, de estar frente a un tronco nuevo y recien cortado. Al mismo tiempo otros dos estantes se encargan de darle color al hilo de cáñamo, que se empleará para coser las palmas y los dátiles, con unas matas de habas, así disimulará y al mismo tiempo adquirirá mas consistencia. Durante muchos años se encargó de este menester nuestro querido amigo Mora, ayudándole mas tarde su nieto. Cuando hablemos sobre nazarenos-estantes significativos de La Oración, un lugar preminénte lo ocupará este buen nazareno.

Es importante señalar la leyenda existente, que viene de más de un siglo, de los poderes de fertilidad de los dátiles de La Oración del Huerto. Podrá parecer que nos encontramos ante otro caso de superstición popular o algo parecido, pero la verdad es que, a través de los años, estos poderes han sido efectivos en innumerables ocasiones. Ya el abuelo de mi padre le contaba a su nieto que mujeres vecinas que no podían tener hijos, o tenían dificultad para ello, se comian unos dátiles de La Oración y se quedaban preñadas, eso si, dátiles “paseaos”, es decir, salidos en la palmera en procesión por las calles de Murcia. Claro está, con algo de colaboración al mismo tiempo de los maridos.

Valga como muestra, entre innumerables casos conocidos personalmente, dos que llamaron poderosamente la atención. Con nombres y apellidos que no se dan en este libro por expreso deseo de ellos. Un matrimonio casados durante catorce años, con intención de tener descendencia, no tenían la buena noticia de ello. Después de recurrir a numerosos especialistas médicos, tanto de nuestro pais, como del extranjero, habian asumido la imposibilidad de convertirse en padres. Un dia, como tanta gente, salen a cenar con unos amigos y en la sobremesa sale el tema a relucir; uno de los comensales haciéndose eco de lo que alli se comentaba se le ocurrió decir: “Pues comete unos dátiles de La Oración del Huerto y veras como si te quedas preñada”. La protagonista de la historia le contesto empleando un tono de esperanza. “Eso he oído muchas veces. Que los dátiles de La Oración tienen ese poder”, a lo que el amigo le contestó complacidamente, “Da la casualidad que yo soy nazareno de ese Paso. Por tanto cuenta con unos dátiles este año”. Aquello quedó asi. Pues bien esa mujer a los nueve meses parió un hermoso niño que actualmente debe tener unos diez años.
Otro caso, el de una chica siete años casada sin tener hijos y su cuñada cuatro años con la misma imposibilidad. Ambas comieron dátiles y quedaron preñadas.
Tal y como dice un refrán popular: “ALGO TENDRA EL AGUA CUANDO LA BENDICEN”.
Todos los años innumerables personas, la mayoría mujeres, nos abordan solicitandonos dátiles para ellas o familiares. Debo decir que de entre ellas hay señoras no solo de Murcia sino del resto de España; Alicante, Bilbao, Barcelona, Madrid, Ciudad Real, Sevilla, incluso en alguna ocasión de Lyon y Manchester. He ahí la fama de estos dátiles.