- Hola, ¿te ha llamado?
- No, ¿y a ti?
- Tampoco.
- Pufffff.
- Tranquilo…
Los del banquillo somos personas corrientes, con nuestras rutinas, nuestras desgracias cotidianas, nuestros éxitos como un transeúnte cualquiera, salvo porque ocultamos una ilusión y desazón común que no es otra que la de poder salir en procesión el día grande, ese que el resto de jugadores esperan durante todo un año con ilusión y ansia y que nosotros lo esperamos deshojando margaritas como los enamorados.
Saldré no saldré; aún es pronto, todavía no ha llegado la navidad para estar pensando…; me llamará no me llamará…; ufff todavía no sé nada y ya se empieza a oler azahar…
Y lo peor que esta pequeña tortura se rehoga con comentarios como los de ¿te han llamado ya?, ¿todavía no?, ¿tacho!! Vas a salir o qué?, comentarios que nosotros capeamos con mucha paciencia y tacto evitando que se note que cada vez estamos más nerviosos, que por casualidad o no, pasamos más veces por la puerta de la iglesia, que tenemos pesadillas, vamos, todo un cuadro clínico de ansiedad y si me aprietas locura obsesiva transitoria.
Hasta que una mañana cualquiera recibes esa llamada que te alegra un poco más la vida, te hace sentir diferente, especial, y es que te comunican que ese año vuelves a cargar, a ser partícipe de los nervios, ilusiones y consejos del resto de la familia, estar en la foto que te recuerda que los sueños se hacen realidad.
Sales, cargas, sufres, te emocionas y te das cuenta que no existe el dolor, cena homenaje a la mujer, te ríes, recuerdas, cuentas las anécdotas que te han pasado y que no pudiste contar, recibes tirones de orejas, bromas y muchas, muchas miradas cómplices de aquellos que te vieron arrimar el hombro, para terminar yéndote a casa con una lagrima que se sujeta en el filo del lagrimar y que se acompaña por la congoja y el vértigo que da la incertidumbre del no saber.
Y así, pasa el verano y vuelta a empezar; no puedo más que sonreír, ante la vida de los que no sabemos si jugaremos o no la final de champion, aunque una cosa está clara, siempre estamos convocados.