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El tiempo, ese juez tan inquebrantable como presuntuoso, continúa con su senda marcada, casi sin dejarnos degustar esas escasas delicias que nos encontramos escondidas a lo largo de nuestra vida. Tal es lo que digo, que han transcurrido casi sin querer, cinco años, un lustro, desde que esta web ocupara su sitio en la “red de redes”.

Desde aquel 25 de marzo de 2009, este original rincón de nazarenos murcianos, pregona al mundo entero cuales son nuestros sentimientos y nuestros desvelos. Aquí, en este mismo “rinconcico”, abrimos de par en par las puertas de nuestros corazones. Aquí, sobre este mismo fondo morado, hacemos transparente nuestros exclusivos pensamientos.

Tras estos cinco años, sería de justos agradecer a cuantos han dedicado su tiempo, que no en vano es el bien más preciado, a ilustrar y engrandecer con sus escritos, apuntes, recuerdos, imágenes, poemas o ensayos, este nuestro compendio nazareno. Así pues, quedamos agradecidos, a Pablo Muñoz, Fracisco J. Aliaga Pérez, Sergio Falgas, Victorio Sánchez Melgarejo, José Cervantes, Alejandro Maiquez, Lola García Martínez, Rafael Benedicto Aguilar, Oscar Zamora, Nano, Mauricio González Palencia, José Manuel Hernández Castellanos, Antonio Buendía, Francisco Aliaga Meroño, Manuel Benitez Carrasco, Mari Paz Barbero, Pedro Zamora Romero de Castellón, Jesús García Aldeguer y Pedro Zamora García.

Creo que ahora, después de este breve pero inmenso lustro, puede ser un buen momento de volver a exponer aquí los argumentos que nos impulsaron a dar este paso; por dos razones: una, para los que no los recordábamos, nos ayude a evocar nuestras raices; y otra, para los que durante estos cinco años, se hayan integrado en esta extensa y morada familia.


En Murcia, 25 de marzo de 2009.

Este momento, bien pudiera ser el comienzo de un nuevo camino, pero en verdad no lo es. El verdadero camino se inició hace ya unos cuantos años, fueron los herederos de aquél grupo de hortelanos, aquellos nazarenos que dejaron su sudor y su esfuerzo pegado a la tarima de tan hermoso trono, los que sin saberlo, iniciaron un camino sin retorno. Ese ha sido el verdadero origen, que hoy, en nuestros días, ha llevado a un grupo de nazarenos murcianos, a derrochar amor y cariño por todo lo que nos rodea. Por ese nexo de unión que es nuestra cofradía; por nuestras raíces, las de nuestra tierra, la misma que labraron aquellos hortelanos y que nos ha marcado para siempre; y por este patrimonio que hemos sabido conservar, que es de un valor material incalculable, pero que resulta insignificante al compararlo con el valor que desde lo más profundo de nuestro corazón le otorgamos. Aunque todo esto, bien se pudiera resumir en unas pocas palabras: "Por el amor a Nuestro Padre Jesús, el Hijo de Dios".

Ahora, en este comienzo, quiero brindar por ellos. Por esos nazarenos ilustres, que un día portaron esta insignia llamada "La Oración en el Huerto", y que por distintas y obvias razones, no pudieron seguir haciéndolo. Por aquellos hombres, que tan bien “germinaron" nuestro corazón de una ilusión incandescente, y que el fruto aparece ahora, en nuestros días, también en este medio tan inmaterial como hermoso.

Desde ahora y para siempre,  se hace realidad un sueño, el de aquella frase magistral y hecha a medida; "Nazarenos todo el Año".  Aquí, en este red tejida como por arte de magia, también quede patente.