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El periodo de renovación emprendido por la Cofradía de Jesús a mediados del siglo XVIII tuvo su reflejo una vez más en el encargo a Salzillo (1754) del grupo de la ORACIÓN EN EL HUERTO. La Cofradía poseía un paso de esta iconografía desde los primeros años del siglo XVII, acaso porque esta escena debió de considerarse de gran importancia y que fue de las primeras en incorporarse al desfile con las Verónica y San Juan. Documentada su existencia, al menos, desde 1617 estaba compuesto el grupo por diversas imágenes de vestir, las apóstoles que acompañaron a Jesús al huerto de los Olivos y el propio Cristo.

Los estragos de la riada de San Calixto en 1651, que según consta en los registros llegó en la capilla de Jesús hasta 12 palmos, debieron ocasionar daños irreparables en las figuras destrozando la mayor parte de ellas y obligando a las necesarias reparaciones.

Es probable que esto ocurriera con este paso pues en 1664 la Cofradía se compromete con el gremio de hortelanos y labradores la salida del paso en la procesión.

Hasta 1754 estuvo saliendo esta antigua Oración en el Huerto sustituida ese año por la de Francisco Salzillo.

Las imágenes de vestir fueron sustituidas por las de talla mas costosas,  financiadas por la propia cofradía invirtiendo una considerable suma.
Tal y como señalan los registros originales de la Cofradía, esta satisfizo las siguientes cantidades:
Jesús………………………….    600 reales de vellón
El Angel………………………  2000     “             “
Los tres Apóstoles………… 4500     “             “
Nube, varas y andas………  400     “             “
A estos gastos hubo que añadir, por la compra de una túnica de terciopelo para el Cristo la cantidad de  7750 reales.

Viernes SantoPor lo tanto, un nuevo encargo en 1754 ponía de relieve las cualidades del maestro para afrontar grandes composiciones. La Oración en el Huerto fue el primer “paso” llamado a sustituir al anticuado conjunto de vestir del siglo anterior. No se trataba sólo de renovar las viejas “insignias” de la Cofradía, sino también de cambiar su profundo significado simbólico. En esto residía la grandeza de la transformación emprendida de acuerdo con la nueva mentalidad de sus regidores.

Aparentemente el nuevo grupo reproducía a los protagonistas de Getsemaní en las actitudes narradas por los Evangelios.  Salzíllo hizo algo mas. Compuso dos grupos de figuras con sentimientos contrapuestos. No está claro cual es el punto mas admirable, si la exactísima  composición visual, en cuyo punto de fuga se alzan ambas figuras, o la genial alteración de situar al enviado celeste en el mismo plano que Cristo.

Si existe una obra, de entre la cuantiosa producción de Francisco Salzillo, que solo con ella, nos permitiera reconocer a un genio del arte, esta es sin duda el Paso de la Oración  en el Huerto.
Dice el profesor Cuesta que, resulta frecuente que en la configuración de estos grupos escultóricos que, a lo largo del tiempo sufran modificaciones en su composición, distribución e incluso sustitución de figuras integrantes. En cambio la totalidad de los pasos ejecutados por Salzillo para la Cofradía de Jesús, han llegado a nuestros días, sin apenas modificaciones.

El insigne escultor, rompe con todos los cánones de la escultura a la hora de componer la escena de Getsemaní . Hasta entonces se representaba a Cristo confortado por el Ángel en primer término.

El coloca a los apóstoles en ese lugar y al fondo a Cristo, dando una sensación de lejanía, haciéndonos sentir de una manera sutil, el sentimiento de soledad y abandono de Cristo en momento tan doloroso.

Sin entrar en detalles puramente técnicos que ocuparían horas a personas expertas en el tema, se puede decir sin margen de error que, se trata de una obra que podría perfectamente, justificar un Museo creado para él.

No le resultó fácil al maestro llegar a encontrar el modo y la forma de distribuir a las diferentes figuras hasta llegar a lograr la maravilla que hizo.

Es este Paso, la perla de Salzillo. El modesto escultor decía que él no se acordaba de haberlo dibujado, y lo atribuía a favor e inspiración de lo alto: la imaginación popular hizo sobre ello una leyenda que, Díaz Cassou en su Pasionaria Murciana, relata con maestría:

La Cofradía de N. P. Jesús Nazareno había encargado a Salzillo un boceto del paso de la Oración; el gran artista trabajaba en ello, una noche, con resultado que no le satisfacía mucho. Estaba en su cuarto de estudio y dibujos, en el piso bajo de su casa de la calle Vinadel, junto al taller que tenía en una especie de cochera de la misma casa.
Era ya tarde, la inspiración no venía, y al oir la primera campanada de las doce, el gran escultor tiró el lápiz y se levantó echando una última y descontenta mirada sobre el cartón en que no había dibujadas mas que dos figuras, Jesús arrodillado, y frente a él, un ángel con una cruz  sostenida por su brazo izquierdo y que señalaba, a Jesús, con el índice de la mano derecha.
Al sonar la última campanada, sonó también  un golpe en la ventana.
--¿Quién es?, preguntó Salzillo.
--Un pobre que no es de esta tierra, y busca donde pasar la noche.
--Espera.
No era la primera vez que pobres transeúntes pedían y encontraban albergue, en la casa de Salzillo, quien dedicaba a ello una especie de pajera independiente de la casa, y que, aunque en el fondo del parador, era posible cerrar dejándola incomunicada con éste y con el resto de la casa.
Allí llevó Salzillo a su improvisado huésped, y volvió allí, a poco, con medio pan de confección casera, un botijón lleno de agua y un candelero de barro con una vela de sebo, dio las buenas noches al huésped y una vuelta a la llave, dejándole encerrado, y se subió a acostar. Pasó pronto y mal aquella noche, pensando el escultor en su boceto empezado, y a veces en su huésped; apuntó el día y levantóse;  se vistió y bajó de puntillas a continuar su dibujo; pero una vez abierto el ventano, y a la primera ojeada sobre el cartón, el Maestro sintió una vivísima sorpresa. La noche antes había dejado un Jesús de rodillas, un ángel con la cruz, enfrente, Jesús y Angel que no le habían satisfecho.
Y sobre el cartón aquel, encontraba por la mañana, un Jesús, un Angel, Apóstoles, una concepción totalmente distinta, y mucho mas bella, y un boceto admirablemente concluido. Salzillo se impresionó al ver aquello, y no poder explicárselo, sintió aturdimiento, vértigo, y apretó  su cabeza entre sus manos temiendo escapara el juicio, y se preguntó si soñaba o en sueños habia dibujado aquello.
De pronto, el recuerdo de su huésped vino a su memoria, corrió a la pajera, quitó las vueltas a la lleve, abrió, la halló vacía y el pan y el agua intactos; volvió otra vez a su cuarto de estudio, creyéndose, cada vez mas, objeto de una alucinación, y temiendo que el dibujo hubiera desaparecido; pero lo encontró allí, lo miró de nuevo, a mas luz, y se afirmó en la idea de que no podía ser obra suya.
Oyó entonces tocar a la primera misa en Capuchinas, el piadoso escultor escuchó atentamente, como si algo oyera envuelto en la vibración de la campana, serenóse poco a poco, y se fue a la iglesia en la que estuvo orando de rodillas hasta las once, hora en que se presentó a la cofradía de N. P. Jesús Nazareno, con el cartón que aparecía dibujado el paso actual de la ORACIÓN DEL HUERTO.—Así dice la leyenda.


Lo cierto que leyenda, ficción o realidad, a Salzillo le costó mucho dar con la forma de representar a su entera satisfacción, la escena evangélica en la que Jesús, aun siendo Dios, fue mas hombre que nunca.

Como resultado de todo ello, Salzillo nos dejó para nuestro deleite esta incomparable composición escultórica, en donde el juego de contrastes (pesada atmósfera de sopor en los durmientes; aire dramático en Cristo) tambien se traslada a las texturas corporales: luminosidad en el Angel, conseguida por medio de casaciones transparentes (lo que acentúa su mítica belleza) frente a la violácea efigie de Jesús, que cae a plomo, vencido por un destino que ni el mismo puede cambiar. Hay en él una mezcla de héroe de tragedia griega, victima de su propia grandeza, y de Redentor evangélico, consciente de su alta misión.