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Esa noche me fue imposible conciliar el sueño hasta bien entrada la noche; como dormir teniendo frente a mi la túnica "mora" y a pocas horas del día nazareno más deseado, soñado y amado en mi vida. Daba vueltas hacia un lado, vueltas hacia otro, abrí y cerré los ojos mil veces, mientras contemplaba a mi familia durmiendo plácidamente y tranquilos como lo hace San Juan de La Oración sabiendo que cumpliría con el trabajo al que se me había encomendado. Cuando por fin cogí el sueño, un sueño duermevela como el que tuvo San Pedro el día del prendimiento en Getsemaní, una voz me susurra al oído: ¡Despierta Antonio José, llegó tu hora, todo esta preparado, llegó tu día soñado!.

Rápidamente abrí los ojos y vi frente a mí al Ángel de La Oración que se difuminaba lentamente entre la tenue luz de la lámpara de mi mesita de noche, Él había venido a despertarme. Decidí no decir nada de lo que había sucedido pues muchos me tomarían por loco, pero así fue, de lo que ocurrió aquella madrugada quedaría entre mi Ángel y yo.

Me levanté de la cama,una ducha rápida para despejarme y un cafe con leche, ese fue mi desayuno esa mañana. Después desperté a mi esposa para
el ritual nazareno,porque para mí es algo muy serio, no es ponerse unas medias de repizco, unas ligas, unas enaguas y una túnica, es mucho más, es algo que hay que hacer con amor, con sentimiento, mimo y sin prisas. Una vez vestido me despedí de mi familia y marché para La Primitiva Iglesia De Nuestro Padre Jesús.

Antonio J. Ruiz GayA lo largo del camino pensé las veces que había madrugado cada Viernes Santo para verte salir a ti querida Oración, para verte caminar por nuestras plazas, por nuestras calles,y este madrugar me llevó a cumplir un sueño,iba a soportar tu dulce peso desde la salida hasta la llegada, iba a disfrutar junto a ti cuatro largas horas,horas que se me hicieron cortas, duras, muy duras, pero a la vez hermosas, bellas y extasiantes.

Una vez dentro de la Iglesia de Jesús una mezcla de olores, colores y sonidos se adentraron en mi corazón, me encontraba rodeado de las tallas más bellas jamás realizadas por el hombre, me encontraba ante la perfección de Salzillo y mí Oración. Seguidamente fui saludando a mis
compañeros que pausadamente iban llegando y amarrando sus almohadillas.Para mi cargar junto a mis compañeros era un sueño, para mi son como guerreros curtidos el mil batallas y ese día compartir el peso de La Oración junto a ellos fue sublime.

Tras el rezo del Padre Nuestro se abrieron las puertas de Jesús, momento en el cual me emocioné y los sentimientos afloraron en mí de una manera abrumadora. Una vez fuera La Cena se preparó La Oración y un silencio sepulcral se hace en Jesús, tan solo roto por las ordenes de nuestro cabo de andas dirigiendo la maniobra de salida, una maniobra complicada, pero resuelta espectacularmente por mis compañeros estantes.

Una vez en la calle y pasada la Plaza de San Agustin comienza mi dulce Calvario bajo la tarima de La Oración. Un gran compañerismo se respira durante la procesión, ahora tengo muy claro que para ser estante de La Oración hay que estar hecho de una pasta especial, el peso de La Oración y el calor hace que cada vez este peso se duplique y solo sus estantes movidos por la fe y el amor que profesamos a ti Oración hace que saquemos fuerzas de flaqueza,y es que cuando mis fuerzas decaían miraba hacia arriba y veía al Ángel junto al Cristo, a mi querido San
Pedro, a San Juan y a Santiago, veía las caras de la gente emocionadas, aplaudiendo,entonces me decía hacia mis adentros: ¡Vamos Antonio,hacia arriba, ahora no puedes flaquear, lo que llevas sobre tus hombros es inmensamente bello!.

Dos puntos del recorrido inolvidables para mí, fueron cuando pasé junto a mi familia, ahí estaba yo cargando, y vi sus rostros orgullosos de mi al ver cumplido mi sueño, y el otro cuando estábamos llegando al final de la procesión, cuando terminé de cargar y pensé que igual no volveré a cargarte más, cuando veía tu dulce y bello caminar, cuando los abrazos junto a mi compañero estante Daniel se hicieron tan necesarios, por tantas y tantas cosas, siempre agradecido y dispuesto a mis compañeros, cabos de andas y a ti Oración, por todo lo que me habéis dado y dais cada día que amanece. Bendita familia La Oración.