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¿Cuál fue tu primera experiencia en la Oración del Huerto?, en una palabra, maravillosa, pero la verdad, que mi experiencia es un conjunto de sensaciones, un cúmulo de vivencias y emociones que no se pueden explicar o resumir conceptualmente.

Mi experiencia en la Oración, empezó antes de la procesión, una tarde en la que Pedro Zamora me llamó para brindarme la oportunidad de salir el Viernes Santo,  a partir de ahí me sentí especial, como en una nube, desde entonces solo quería que llegase el 29 de Marzo, y desde esa tarde, empezaron aflorar distintos sentimientos, la convivencia, el bautizo, hicieron sentirme pequeño pero al mismo tiempo asombrado de la acogida que tuve, en ningún momento me sentí como el nuevo, parecía que me conocían de toda la vida, y sobre todo, me sorprendió como me daban instrucciones para prepararme para mi debut en “primera división”.


En la Oración del HuertoY por fin llegó el día clave, después de superar los nervios y el miedo a quedarme durmiendo llegué a la iglesia impoluto y media hora antes de lo acordado por los cabos de andas, y comenzó andar el paso, aquí debo de confesar  un secreto, vi salir la Oración, pero fue en la calle, encarados al semáforo, cuando miré el paso y me emocioné, los ojos se me llenaros de lágrimas de ver la oportunidad que tenía en mis manos, oportunidad de llevar sobre mis hombros el motivo, gracias también a Luis Guerrero, por el que siento fervor por la Semana Santa de Murcia, por el que siempre he querido ser nazareno y llevar un paso, la oportunidad de llevar sobre mis hombros “la perla”, como en una ocasión le dijo Emilio Díez de Revenga y Rodríguez a Pedro Zamora.Y entonces, mi padrino, Fernando me cedió su puesto y he aquí lo que sentí cuando cargué por primera vez “yo no aguanto las cinco horas”, pero el hombro se calentó, los toques se fueron sucediendo, los ánimos de los cabos de andas te llenaban de fuerza y te contagiabas del empuje de tus compañeros para que la obra de arte que llevas en el hombro toque el cielo, un toque y otro toque, un toque y otro toque, y así dejé a la Oración en la calle previa al museo, tras admirar como la gente aplaudía en cada curva en cada calle, en cada toque y en cada paso que dábamos, había terminado para mí la procesión, ¿o no?, porque aún me  quedaba por vivir una experiencia singular, el abrazo de todos y cada uno de mis compañeros, el abrazo de mi padrino diciéndome “fenomenal Alejandro, todo fenomenal”, el “enhorabuena” del compañero que me había cedido su puesto habitualmente durante la carrera ante mi ansia de cargar, el abrazo con Sergio y Pablo, ambos debutantes conmigo, me sentí triste, triste por abandonar aquel lugar y despedirme.

En definitiva, gracias a Pedro tengo una historia guardada en el corazón, una historia de esas que cuentas mil veces sin cansarte a tus nietos, de esas que siempre de vuelven a emocionar cuando por casualidad la evocas, no sé si será la última vez que pueda portar sobre mis hombros la Oración del Huerto o la salud me permitirá continuar hasta los 60 años, pero solo puedo que desde el primer momento me sentí, me siento y me sentiré hermano de la ORACIÓN DEL HUERTO.
Alejandro Máiquez Sánchez.