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Por fin llegó el gran día. Amaneció algo nublado pero con la seguridad de que este año la procesión de "los Salzillos" inundarian las calles de Murcia. Dentro de la iglesia las caras relajadas de los nazarenos estantes se fundían con los mantos multicolor de los tronos.
Se oye ese ruido atronador de las puertas de la privativa iglesia y el pendon cruza su umbral. Comienza la procesión al ritmo de los tambores sordos y las brillantes bocinas.

El paso de La Santa Cena comienza su andadura hacia la calle hasta cruzar la enorme puerta.
Tras unos minutos de espera contenida, los nazarenos de La Oración recuerdan a sus seres queridos fallecidos con una oración ante la mirada mitigadora de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
El cabo de andas recibe la orden de comenzar el desfile procesional. Golpea su muletilla contra el trono y como sí fuera por una acción divina el trono asciende poco a poco y uniforme, una maniobra que hace sentir envidia sana al resto de nazarenos que quedan en Jesús. Con gran maestria sortean la gigante lámpara central y encaran el paso en la puerta. Por fin van a salir a la calle. Despacio, muy despacio atraviesan el dintel de la puerta aguantando la respiración hasta que las palmas tiernas de la palmera se enderezan al traspasar la puerta. Entre aplausos y lagrimas La Oración ya está en la calle exponiendose a sus hermanos cofrades.

Ya desde el principio se vio que esa procesión no iba a defraudar a nadie. El trono estaba mas alto que nunca y su andar recordaba al del año 2007 (bajo mi punto de vista el mejor desfile procesional que he conocido).
Me llamó mucho la atención el silencio casi continuado de un ejemplo de nazareno y sobre todo de persona, Bibiano Guillen Pardo. Vivió de esa manera la que era su última procesión con su túnica morada.

Poco mas que destacar hasta la llegada a la curva comúnmente llamada "de lenceria". Esos nazarenos que aunque llevando 3 horas y media de procesión a sus espaldas realizaron esa difícil maniobra con una exquisita técnica, levantando de sus asientos al público (y no porque no cupieramos). El cual aplaudía con un fervor superlativo.
Comenzó nuestro andar por la calle mas nazarena de murcia, la calle San Nicolás y como no podía ser de otra manera. Estos inigualables estantes dignificaron aún mas a la Cofradía de Jesús y sobre todo a todos aquellos nazarenos que portaron en algún momento este bello paso.

Ya estábamos a punto de afrontar la última curva, pero aún quedarían cosas importantes por ocurrir. Tras mas de cuarenta años defendiendo su punta de vara, el anteriormente nombrado Bibiano Guillen fue homenajeado por sus compañeros permitiendole que golpeara el estante de cabo de andas y levantando el paso hasta casi las nubes comenzaron a andar con el orgullo que tiene un estante de la Oración en el Huerto.
La entrada a la iglesia fue otro homenaje, en este caso a Nuestro Padre Jesús Nazareno. Con lo que pesa ese Trono y con las horas de procesión que llevaban en sus hombros el paso no se sabía sí entraba o salía por la altura con la que lo portaban.
Básicamente este fue el final del Viernes Santo para los estantes de la Oración. Sólo me queda una cosa por decir. En está vida estoy orgulloso de 2 cosas una de ellas es mi familia y amigos. Y la otra es ser el cabo de andas de la Oración en el Huerto, no por el trono en sí (que por supuesto que sí), sino por tener a los mejores nazarenos y personas del mundo bajo mi mando.
Os quiero estantes de la Oración.

Pedro Zamora Romero de Castellón